Excelentes narraciones donde el humor brinda claves para la historia de un país.
La isla puerto, la del contrabando y la finta existencial, es pródiga en el engendro de peloteros, músicos y políticos, tres índoles de la extroversión. Y lo es también produciendo cómicos, y aún más, chistosos. Pero humoristas da pocos. El humor exige separación, distancia, abismo.
Tal vez nuestras futuras lecciones de historia tengan menos que ver con el voluntarismo trágico que con ese riquísimo espectro sentimental que va de la sonrisa a la carcajada.
Desde niño esperé siempre un libro así, que recogiera la Historia de Cuba de una manera menos aburrida.
Es el tratado definitivo que explica por qué la isla no se ha hundido en el mar.