Para matar a Robin Hood reúne las crónicas sobre cine escritas por Néstor Díaz de Villegas a lo largo de décadas. Se le compara con el Guillermo Cabrera Infante de Cine o Sardina.
Incluso en sus textos más alejados de los trópicos Díaz de Villegas trasluce una de las obsesiones más constantes de su escritura: diseccionar esa cubanidad que lo atrae y repele al mismo tiempo.
Gente tonta usa la frase “políticamente incorrecto” de las maneras más aburridas. Si quieren ver qué cosa es ser políticamente incorrecto de manera ingeniosa y productiva, denle una mirada al blog de Néstor Díaz de Villegas.
Néstor escribe al nivel del Village Voice (de seguro no su favorito), del NYT o quién sabe qué otro canal de escritura en la tradición de un Dwight MacDonald.
Sólo así vale la pena escribir de cine. Desde, en, el cine. Los textos tienen el tiempo del que rasga la libreta y sigue viendo la película. Y tienen la atmósfera del cine: no la del vídeo o la tele o cualquier artefacto. Se deben a la mano, la libreta y la oscuridad.
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