Otro título de este libro pudo ser Una historia cubana del miedo. El miedo de vivir (y sobre todo, de escribir) rodeado de un ejército de policías, agentes encubiertos, colaboradores y simples soplones encargados de pastorear las almas descarriadas de los cubanos, sean escritores o no. Pero «este libro no es un memorial de agravios» -insiste el antologador. Lo que intenta «es recopilar una mínima parte de las aportaciones cubanas a un género anunciado ya por Kafka desde las primeras páginas de su inconclusa novela El proceso. Ese primer capítulo de la novela en que se anuncia en la primera oración que K., «sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana». Género que continuaría Orwell en 1984 con el añadido de la esperanza: «Eres un caso difícil. Pero no pierdas la esperanza. Todos se curan antes o después. Al final, te mataremos». Una recopilación que va de tiempos de vigilancia casi artesanal hasta ese panóptico virtual que es Facebook. Y más allá.
Otro título de este libro pudo ser Una historia cubana del miedo. El miedo de vivir (y sobre todo, de escribir) rodeado de un ejército de policías, agentes encubiertos, colaboradores y simples soplones encargados de pastorear las almas descarriadas de los cubanos, sean escritores o no. Pero «este libro no es un memorial de agravios» -insiste el antologador. Lo que intenta «es recopilar una mínima parte de las aportaciones cubanas a un género anunciado ya por Kafka desde las primeras páginas de su inconclusa novela El proceso. Ese primer capítulo de la novela en que se anuncia en la primera oración que K., «sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana». Género que continuaría Orwell en 1984 con el añadido de la esperanza: «Eres un caso difícil. Pero no pierdas la esperanza. Todos se curan antes o después. Al final, te mataremos». Una recopilación que va de tiempos de vigilancia casi artesanal hasta ese panóptico virtual que es Facebook. Y más allá.