Los textos y obras reunidas en esta antología dan cuenta, desde distintos posicionamientos, géneros literarios y artísticos, de esa maquinaria totalitaria que es el Estado cubano, especialista en reprimir expresiones de disenso, tanto en el espacio individual del pensamiento y la creación, como en el espacio público de las responsabilidades cívicas. Debería ser un orgullo para cualquier Estado de derecho contar con artistas, escritores, pensadores y activistas como los que aparecen en este libro. Debería ser un orgullo y no una amenaza, como sucede en Cuba.
Cuba es un desierto cívico, donde la corrupción moral es la divisa para obtener las prebendas de ese Estado total. Una maquinaria represiva, con una policía política gigantesca que se encarga de aislar y apagar cada gesto en favor de la libertad, para que esta no alcance a abrazar la causa semejante y así evitar que se articulen esos frentes que proponen un futuro distinto para el país. Habrá que seguir alzando la voz contra esa maquinaria y contra la hipocresía internacional que ve en Cuba un aliado conveniente. Mientras, va quedando la satisfacción de actuar con honestidad y ser libres de pensamiento y acción, que no es poca cosa.