Como es costumbre desde sus primeros libros, originalidad y fuerza vital son palabras que se cuelan en la mente cuando se leen estas historias. Ya lo había demostrado en su exquisita novela ‘Libro de la derrota’, pero estos cuentos confirman que María Elena Hernández Caballero es una narradora de calidad indiscutible. Hay aquí una mirada singular, punzante, desenfada (mezcla de grito histriónico, rebeldía y goce lúdico) a la hora de convertir en mundos narrados esa realidad «cotidiana», «de afuera», sus absurdos y situaciones límites, concediéndoles además la asombrosa visualidad cinematográfica siempre crítica e irreverente que caracteriza su poesía, también singular, también de excelencia. Fortísimos e inolvidables personajes, estructuras dramáticas de un humanismo y una carnalidad excelsa y, sobre todo, la universalidad de cada historia dotan a este libro de ese sello único que sólo posee la buena literatura.
Como es costumbre desde sus primeros libros, originalidad y fuerza vital son palabras que se cuelan en la mente cuando se leen estas historias. Ya lo había demostrado en su exquisita novela ‘Libro de la derrota’, pero estos cuentos confirman que María Elena Hernández Caballero es una narradora de calidad indiscutible. Hay aquí una mirada singular, punzante, desenfada (mezcla de grito histriónico, rebeldía y goce lúdico) a la hora de convertir en mundos narrados esa realidad «cotidiana», «de afuera», sus absurdos y situaciones límites, concediéndoles además la asombrosa visualidad cinematográfica siempre crítica e irreverente que caracteriza su poesía, también singular, también de excelencia. Fortísimos e inolvidables personajes, estructuras dramáticas de un humanismo y una carnalidad excelsa y, sobre todo, la universalidad de cada historia dotan a este libro de ese sello único que sólo posee la buena literatura.